¿Sabías que el paisaje se puede admirar con los ojos, se puede pintar en un cuadro, se puede describir en un libro y que también se puede… cocinar? Ésta es al menos la filosofía de Mateu Blanch, un chef que, a pesar de haberse especializado en arroces marineros, pescado y marisco, no ha renunciado en absoluto a utilizar los productos de la tierra, y muy especialmente los productos de la Huerta de Lleida.
Los productos de la llamada “cocina del paisaje” tienen dos características esenciales, la proximidad y la estacionalidad. Dos características que les proporcionan ventajas evidentes: hablamos de productos frescos, que no han hecho grandes trayectos y que por tanto conservan todas sus propiedades organolépticas y todos sus beneficios para la salud, productos que prácticamente van de la tierra al plato.
Mateu es un convencido defensor de los productos proximidad, que utiliza tanto como ingrediente principal en ciertos platos como en los salteados, cremas, salsas, guarniciones y postres. Su elaboración más conocida en este ámbito es la paella de la Huerta o paella de Lleida, inspirada en la tradicional cassola de tros leridana y cocinada (según temporada) a base de carne de cerdo, conejo, longaniza, cebolla, tomate, espinacas, alcachofas, caracoles, ajo, perejil, arroz y aceite de nuestras tierras. Un delicioso plato que es motivo de orgullo para los leridanos y un atractivo irresistible para los visitantes (y un contrapunto ideal para las también excelentes paellas de marisco).
“Con la ‘cocina del paisaje’ no sólo se trata de utilizar productos de calidad de nuestro entorno, también apoyamos la economía local, e implementamos un valor añadido que nos da identidad” afirma Mateu. “Obtenemos un gran producto y al mismo tiempo apoyamos el gran trabajo que realizan los agricultores del territorio y los ganaderos que se esfuerzan por obtener una carne de primera”.
Y es que los pequeños productores de granjas, cultivos o cooperativas contribuyen a mantener el tejido económico y el empleo, especialmente en muchas zonas rurales que viven el drama de la despoblación. Consumir productos de proximidad también ayuda, en consecuencia, “a fijar la población, a proteger los bosques, a conservar la biodiversidad, y a mantener razas y especies vegetales”.
Además, los alimentos kilómetro 0, producidos cerca de la mesa donde se consumen, dejan una menor huella ecológica, dado que al recorrer menos trayecto se emite menos cantidad de CO2 a la atmósfera; necesitan menos embalaje y por tanto generan menos residuos, y reducen el despilfarro alimentario.
Según el chef leridano, “nuestra cocina es como una mesa que se sustenta sobre varias patas: la tradición, que siempre es una fuente de inspiración para nuestro trabajo; la creatividad, que aporta un toque propio y genuino único; la experiencia, que te permite un continuo proceso de mejora, y el equipo de trabajo, indispensable para que el cliente se sienta cómodo y bien atendido”. Pero, según Mateu, “estos factores no son suficientes si encima de esta mesa no ponemos algo, y ese algo es nada menos que un producto fresco, cercano y de calidad”.
Frutas y verduras de la Huerta de Lleida, carne de ternera de Almacelles, cordero de Bossòst, aceite de Les Garrigues… excelente materia prima para un gran número de elaboraciones con ADN leridano y que, por supuesto, ¡vienen acompañadas por una amplia carta de vinos de la DO Costers del Segre!